sábado, 12 de septiembre de 2015

Jordi Doce: Hormigas blancas


Lo más alegre es construir con muy poco.

He abierto este cuaderno mientras la niña dormía el segundo tramo de su siesta. Y es como si esta duermevela inquietate en que lleva sumida desde hace unos cuantos minutos llegara por misteriosos cauces hasta esta página, como si mi mano tradujera sin saberlo, y sin comprender su verdadero sentido, los gemidos y sílabas ocasionales que pronuncia en su sueño. Su despertar inminente me obliga de manera insensible a apresurarme. A escribir más rápido y sin pensar, como si la mano regresara a la etapa primitiva del balbuceo y el lloro intuitivo.
Y por ahí hay que entender la necesidad de este cuaderno.
Es un lloro seco, sin lágrimas, un balbuceo cortado de raíz.

Imagina a Dios como el pegamento entre las cosas.

Ángeles de la guarda canjeándonos como cromos.

Un armario con perchas vacías: su esperanza.

(Jordi Doce, Hormigas blancas. Barrientos Ediciones)